La Foquita Farfán debe ser uno de los últimos ídolos de barrio. Esos de los cuales jugaban descalzos y con la justa comían. Esos ídolos que su mamá fue padre y madre para ellos. Ya que hay un padre ausente que abandono a la familia por una cobardía de afrontar la responsabilidad de mantener a una familia. Donde Rosario Guadalupe o más conocida como doña Charo, la mamá de Jefferson Farfán, trabajaba como bailarina de un elenco de música afroperuana en las noches en Surco. Regresaba a su casa en Villa el Salvador o como le dice Jefferson con cariño “Villa Salvaje”. Y luego lo llevaba a los partidos en la mañana de Deportivo Municipal, donde en ese momento jugaba Jefferson y tenían que despertarla de lo cansada que estaba para que celebre los goles de su hijo. En esa casa hecha de triplay y calamina, que por las lluvias tenían que estar moviéndose de una esquina a otra dentro de la casa, cuando había lluvias. Donde todo faltaba, pero el talento de un niño en un arenal con arcos improvisados pateando a la pelota sobraba. Tal vez en esa casa se pudo acabar un sueño, pero el empuje y amor de una madre puede más que las adversidades. Con la llegada de Jefferson Farfán a Alianza en su época juvenil se acabaron “veces si a veces no” en torno a la comida. Se acabaron el televisor a blanco negro que se tenía cambiar el canal con un alicate y las caminatas a oscuras en un arenal en cada apagón. Con cada gol llego un nuevo electrodoméstico como premio de los dirigentes y un departamento en Surco el cual dio el club Alianza Lima a Dona Charo y a su hijo. Todos sabemos la historia del éxito del diez de la calle como luego se le conoció a Jefferson Farfán jugando en Europa y en la selección. Pero pocos saben el esfuerzo de Rosario Guadalupe para sacar sola a un hijo, apunta de esfuerzo y corazón. Sin Dona Charo no podría existir La Foquita. Y esta entrada es para celebrar a todas las madres que nunca se rindieron y tuvieron más huevos que muchos padres, que lo único de padre que tienen es el nombre. Por eso, como dijo el relator futbolístico Daniel Peredo que en paz descanse «Jefferson Farfan por su mamacita» Derechos de imagen: https://elpopular.pe/espectaculos/nacionales/2023/09/14/jefferson-farfan-orgulloso-su-madre-dona-charo-ver-tu-mama-feliz-tiene-precio-476546 Información: https://www.youtube.com/watch?v=hUx_5w-4gxU
Mucho stream, poco fútbol. ¡Cómo se extraña a Marquinho!
Hola querido hincha Aliancista, estarás igual de molesto o incómodo por decir poco con las actuaciones del mediocampista Pablo Ceppelini, el cual debe de ser el 10 del equipo victoriano. Pero Ceppelini desapareció luego de una lesión y una suspensión internacional aplicada por la CONMEBOL de 4 meses. El jugador uruguayo ha tenido actuaciones que pasan desapercibido y hasta a veces ha sido reemplazado por Piero Cari, jugador de 17 años de la cantera Aliancista. Lejos de volver al nivel que mostró en los partidos frente a Boca Juniors por la Copa Libertadores. Pablo Ceppelini ha llamado la atención por una denuncia de paternidad en Brasil o por su afición que comparte en redes sociales sobre su faceta gamer. Alejándose de la promesa de tener un 10 extranjero que comande el juego del equipo victoriano. Esto me hizo preguntarme: ¿quién ha sido el mejor “10” extranjero de Alianza Lima? Rápidamente, se me viene a la cabeza el uruguayo Luis Aguiar con su carácter fuerte, sus pases precisos y líder del campeonato del 2017. También me acuerdo del colombiano Johnier Montaño, que tenía una calidad innegable de 10 buena técnica y pase filtrado. Pero su sobrepeso y falencia física hicieron que no terminara de mostrar su mejor versión en Alianza Lima como si lo hizo en Sport Boys. Sin compararlos tanto, cada uno tiene lo suyo por vale la pena volver a verlos. Haciendo memoria, no hay manera de que el hincha aliancista no recuerde los golazos del brasileño Marco Antonio Dos Santos, más conocido como Marquinho. El talentoso mediocampista ofensivo vistió la camiseta blanquiazul en las temporadas 1995, 1997 y 2000, dejando una huella imborrable en la memoria del hincha. Su año más destacado fue 1997, cuando formó parte del equipo que rompió una larga sequía campeonatos y devolvió la gloria Alianza Lima luego de 18 años sin campeonar. Nacido en Porto Alegre y diestro, a veces hacía recordar al Poeta de la Zurda, César Cueto. Pedía siempre la pelota, nunca arrugaba para tener la responsabilidad de llevar el ritmo del equipo y destacaba por esa inteligencia con el balón en los pies. Como Cueto, tenía esa capacidad de jugar tranquilo, manejando los tiempos, casi caminando por la cancha, pero siempre en control. Su fútbol no era de apuro, sino de pausa, cerebral y precisión. Cada vez que Marquinho se ponía frente a un tiro libre ya era “medio gol”. Eso que quedaron grabados en la memoria blanquiazul: en el clásico del 6-3 en 1995 marcó un golazo que todavía se recuerda con pasión, ya que fue con el histórico rival; en el 5-0 contra Melgar en 1997 anotó dos golazos de tiro libre, y en la definición del Clausura en Talara, también en el 97, se hizo un “pepon” de media distancia que ayudó a asegurar el título nacional. Su pegada combinaba precisión y fuerza, esa mezcla que convertía cada balón detenido en una amenaza real. Marquinho era eso: talento, fuerza y precisión. Esa cabeza fría que tenía la capacidad de convertir un balón parado en un grito de gol. Estimado hincha blanquiazul esperemos que Pablo Ceppelini se acuerde jugar más el fútbol, dejar el streaming, dejar los escándalos fuera de la cancha y asumir la responsabilidad de comandar el equipo Aliancista. Acordarse de sus partidos frente a Boca Juniors y dejar de callar a los hinchas en sus estados de redes sociales. Your browser does not support the video tag. Derechos de imágenes: Agencia Blanquiazul en X: https://x.com/agenblanquiazul/status/1591048743021064194 Marquino ofical en X: https://x.com/M10Marquinhoo/status/1247224602520158214?lang=ar Fuentes: Transfermarket Agencia Blanquiazul
Sandro Baylón: el potrillo que se volvió ídolo eterno
Tenía 13 años cuando, al encender el televisor la mañana del 1 de enero del año 2000, lo primero que vi en las noticias fue el accidente de un futbolista de Alianza Lima y la imagen de un auto totalmente destrozado. En esa época aún no era tan hincha como lo soy ahora, pero recuerdo claramente a mi abuela, la cual estaba a mi lado diciendo casi llorando: “Pobre muchacho, era muy joven para morir”. Por mi edad, no viví directamente la tragedia del accidente aéreo del Fokker en 1987, pero la muerte de Sandro Baylón me marcó de una manera fuerte, y podría decir que fue uno de mis primeros acercamientos al amor que tengo por Alianza Lima, ya que sentí como si hubiera perdido a alguien cercano. Sandro, con apenas 22 años, murió esa madrugada a las 5:45 a. m., cuando se estrelló con un poste a 130 km/h en una de las curvas de la Costa Verde, en el distrito de Magdalena. Se distrajo al contestar una llamada, iba sin cinturón de seguridad; su muerte fue instantánea. Sandro Paulo Baylón Capcha nació el 11 de abril de 1977. Sobrino del jugador aliancista Julio Baylón. Su afición lo llevó a representar a varios equipos del barrio que lo vio dar sus primeras jugadas, Payet, en Independencia. Luego ingreso a las menores de Alianza Lima, donde fue enviado a foguearse al equipo cañetano Bella Esperanza de Cerro Azul, el cual era filial de Alianza Lima. Equipo en el que destaco por su fútbol y con el cual llego a pelear el título de la Segunda División. Estas buenas actuaciones hicieron que el DT de Alianza, Jorge Luis Pinto, despertaran su interés en él y lo incluyera en el equipo campeón de 1997. Su debut se dio el 20 de setiembre de ese año a los 19 años. Baylón destaco por su presencia física, midiendo 1.85 metros, y su potencia en el campo. A pesar de jugar como defensor central, logró anotar 11 goles en 95 partidos disputados entre las temporadas 1997 y 1999, demostrando su capacidad ofensiva. Sus destacadas actuaciones tanto en la liga local como en la Copa Libertadores de 1998, donde fue titular en enfrentamientos importantes contra equipos como River Plate, Peñarol y Colón, contribuyeron a que Alianza Lima avanzara hasta los octavos de final de la Libertadores. Estas actuaciones llamo atención del Werder Bremen de Alemania, donde jugaba su excompañero Claudio Pizarro. Los que les llamó la atención de Baylón fue su capacidad de adaptarse a diferentes posiciones, su fuerza, juego aéreo y su facilidad de incorporarse al ataque. Las conversaciones ya estaban avanzadas y el defensa peruano se iba a incorporar al equipo alemán en febrero de 2020, luego de finalizar el campeonato Preolímpico Sub-23. Pero la desgracia hizo que “el Mudo”, como lo apodaron sus amigos por su timidez, no pudiera cumplir su sueño de jugar en Alemania. Sin embargo, Sandro se convirtió en un ídolo para el pueblo Blanquiazul. Su nombre quedó inmortalizado en murales, camisetas, canciones y en el bombo más grande de Sudamérica, conocido como “Sandrito”. Incluso, hay un estadio en su barrio Payet que lleva su nombre. La muerte de Sandro no solo dolió por lo temprana que fue, sino porque con él se fue también la ilusión de ver a un potrillo triunfar. Derecho de imágenes: La República: https://larepublica.pe/deportes/alianza-lima/2023/01/01/quien-fue-sandro-baylon-la-promesa-de-alianza-lima-que-fallecio-tragicamente-un-1-de-enero Ole: https://www.ole.com.ar/futbol-internacional/alianza-lima-sandrito-bombo-sandro-baylon-honduras-motagua-record-guinnes_0_nhwGQSG1wu.html El comercio: https://elcomercio.pe/deporte-total/sandro-baylon-dos-decadas-despues-noticia/ Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=Zs5N7VajxNo&t=292s