Tenía 13 años cuando, al encender el televisor la mañana del 1 de enero del año 2000, lo primero que vi en las noticias fue el accidente de un futbolista de Alianza Lima y la imagen de un auto totalmente destrozado. En esa época aún no era tan hincha como lo soy ahora, pero recuerdo claramente a mi abuela, la cual estaba a mi lado diciendo casi llorando: “Pobre muchacho, era muy joven para morir”.
Por mi edad, no viví directamente la tragedia del accidente aéreo del Fokker en 1987, pero la muerte de Sandro Baylón me marcó de una manera fuerte, y podría decir que fue uno de mis primeros acercamientos al amor que tengo por Alianza Lima, ya que sentí como si hubiera perdido a alguien cercano. Sandro, con apenas 22 años, murió esa madrugada a las 5:45 a. m., cuando se estrelló con un poste a 130 km/h en una de las curvas de la Costa Verde, en el distrito de Magdalena. Se distrajo al contestar una llamada, iba sin cinturón de seguridad; su muerte fue instantánea.
Sandro Paulo Baylón Capcha nació el 11 de abril de 1977. Sobrino del jugador aliancista Julio Baylón. Su afición lo llevó a representar a varios equipos del barrio que lo vio dar sus primeras jugadas, Payet, en Independencia. Luego ingreso a las menores de Alianza Lima, donde fue enviado a foguearse al equipo cañetano Bella Esperanza de Cerro Azul, el cual era filial de Alianza Lima. Equipo en el que destaco por su fútbol y con el cual llego a pelear el título de la Segunda División. Estas buenas actuaciones hicieron que el DT de Alianza, Jorge Luis Pinto, despertaran su interés en él y lo incluyera en el equipo campeón de 1997. Su debut se dio el 20 de setiembre de ese año a los 19 años.
Baylón destaco por su presencia física, midiendo 1.85 metros, y su potencia en el campo. A pesar de jugar como defensor central, logró anotar 11 goles en 95 partidos disputados entre las temporadas 1997 y 1999, demostrando su capacidad ofensiva. Sus destacadas actuaciones tanto en la liga local como en la Copa Libertadores de 1998, donde fue titular en enfrentamientos importantes contra equipos como River Plate, Peñarol y Colón, contribuyeron a que Alianza Lima avanzara hasta los octavos de final de la Libertadores. Estas actuaciones llamo atención del Werder Bremen de Alemania, donde jugaba su excompañero Claudio Pizarro. Los que les llamó la atención de Baylón fue su capacidad de adaptarse a diferentes posiciones, su fuerza, juego aéreo y su facilidad de incorporarse al ataque.
Las conversaciones ya estaban avanzadas y el defensa peruano se iba a incorporar al equipo alemán en febrero de 2020, luego de finalizar el campeonato Preolímpico Sub-23. Pero la desgracia hizo que “el Mudo”, como lo apodaron sus amigos por su timidez, no pudiera cumplir su sueño de jugar en Alemania. Sin embargo, Sandro se convirtió en un ídolo para el pueblo Blanquiazul. Su nombre quedó inmortalizado en murales, camisetas, canciones y en el bombo más grande de Sudamérica, conocido como “Sandrito”. Incluso, hay un estadio en su barrio Payet que lleva su nombre. La muerte de Sandro no solo dolió por lo temprana que fue, sino porque con él se fue también la ilusión de ver a un potrillo triunfar.



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