Quizá terminé mintiendo un poco. Si se quiere hablar de la música de los últimos cien años, la influencia de ese país siempre estará presente. Desde lo sónico y los géneros musicales hasta lo tecnológico con los dispositivos de grabación y reproducción de sonido. Las malas lenguas dicen que su vasta influencia se debe a las distintas intervenciones forzosas que EE.UU. ha realizado a lo largo del siglo XX hacia otros países del mundo. Desde esa vez que abandono su neutralidad para colarse en las guerras mundiales hasta la tensión política de la Guerra Fría. Por eso, no es de extrañar que el punto cardinal que apoyaron en la guerra de Corea acabara creando el fenómeno global del K-Pop que posee influencias de pop y rap americanos. O que tras la Segunda Guerra Mundial, la ocupación e inversión en Japón cambió el panorama musical del país, originando el City pop y distintos géneros con influencia americana. Se podría alegar incluso que fue esa inversión la que creo el avance tecnológico de los discos compactos desarrollados por Philips y Sony.
Ni siquiera en Latinoamérica podemos cantar victoria. Tuvimos el plan cóndor donde la CIA hizo de las suyas y un largo etcétera. Sin embargo, incluso antes de que esa campaña de represión política fuera puesta en marcha (oficialmente), uno de los géneros más emblemáticos y característicos de la cultura latina fue concebido en New York, EE.UU. La Salsa. Sí, hubo influencia latina de Cuba y Puerto Rico; además de la influencia afroamericana del Jazz, pero es un hecho irrefutable que sin Estados Unidos, el género nunca hubiera existido. Inclusive en Perú con la chicha y la guitarra eléctrica tan emblemática del género. Chacalón y Enrique Delgado no serían los gigantes de la música popular peruana sin la década de los 60, la década de los hippies y la psicodelia.
Y es esta mezcolanza de distintas culturas lo que hace a la música en algo que conecta con nosotros. Antes, la única forma en la que podías escuchar música era a través de un recital, una vez por semana, y eso si tenías suerte. Es decir, era algo limitado, algo para disfrutar en el momento. Hoy en día, con solo un clic, las opciones son infinitas; no obstante, de ese infinito solo se explora un pequeño porcentaje. El mar de la información es abrumadora y el dominio de géneros específicos y de artistas más populares; no solo de EE.UU., termina ocasionando que músicos de talentos únicos del ayer de distintos países pasen desapercibidos. Por centrarse en Bob Dylan y nunca salir de la zona de confort, se puede perder la oportunidad de escuchar una de las más bellas composiciones jamás creadas para la guitarra acústica que proviene de Brasil: https://www.youtube.com/watch?v=zXGBTb7zqWg .
«La música es el alimento del alma». Si buscas en internet quién lo dijo, los resultados son curiosos. Primero sale Carlitos Monfil, un compositor de música infantil quien usa la frase a menudo, el SEO realmente le sirvió. Después, aparece que para Platón la música debe preceder y conducir a la gimnasia, porque el cuerpo no ennoblece al alma, sino al revés. Si luego buscas «who said music is soul food» te aparecerá que el filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo algo similar ¿Qué quiere decir esto? ¿No te fíes de una sola fuente? ¿Mentes brillantes piensan iguales? Tal vez. Para mí, simplemente significa la universalidad de la música.