Canelé: Un pequeño postre con una gran historia francesa

Canelé

Directamente, desde el corazón del sur de Francia, en una ciudad conocida por su historia, cultura y, por supuesto, sus vinos, nos encontramos con Burdeos, un lugar que muchos asocian con la más alta calidad vinícola. Sin embargo, en Burdeos se estaría preparando un postre tan delicioso como emblemático. Te hablo del Canelé, una joya de la repostería francesa que ha trascendido fronteras y conquistado paladares alrededor del mundo.

A primera vista, el Canelé puede parecer un dulce modesto. Su forma, cilíndrica y pequeña, con unos característicos surcos en su exterior, lo hace parecer sencillo. Sin embargo, la verdadera magia ocurre cuando lo muerdes por primera vez. Su exterior, al ser caramelización, es crujiente, dorado y ligeramente brillante. Pero es al llegar al interior donde nos encontraremos con una textura suave, casi gomosa, que se deshace en el paladar, impregnada con un delicioso e intenso sabor a vainilla, acompañado de un sutil toque de ron. La combinación de esa capa externa crujiente con el interior esponjoso crea una experiencia única, que convierte cada bocado en un placer.

Si te consideras un amante de la gastronomía y estás en busca de un postre lleno del espíritu de Francia, el Canelé es, sin duda, una opción que no debes pasar por alto. Pero, ¿te has preguntado alguna vez cómo surgió este dulce tan especial? A continuación te contaré la historia que hay detrás de este manjar.

La historia del Canelé se remonta a principios del siglo XVI, en la misma ciudad de Burdeos. Fueron las monjas del convento de la Anunciación las responsables de dar vida a esta delicia. En aquella época, los ingredientes no abundaban, y las monjas, con un enfoque humilde y práctico, empezaron a crear estos pequeños dulces utilizando las sobras de lo que tenían a mano: harina, azúcar, vainilla, ron y yemas de huevo. No era un postre elaborado con pretensiones de lujo, sino más bien una solución ingeniosa para aprovechar al máximo los insumos disponibles.

Los Canelés, tal como los preparaban las monjas, tenían un propósito noble: eran repartidos entre los más pobres de la ciudad como gesto de caridad. Y, en algunas ocasiones, también los vendían para recaudar fondos y sostener el convento. A pesar de su sencillez, el postre comenzó a ganar popularidad entre los habitantes de Burdeos, pero su fama no trascendió inmediatamente. La receta quedó olvidada por un tiempo, hasta que en el siglo XIX, los pasteleros bordeleses redescubrieron este manjar y lo llevaron a un nuevo nivel.

Fue durante esa época que el Canelé se empezó a establecer como una especialidad local, algo que cualquier visitante de Burdeos debía probar. A medida que los pasteleros perfeccionaban la receta y el método de cocción, el postre comenzó a ganar aún más popularidad. Sin embargo, la receta no se estabilizó hasta el siglo XX.

En 1980, llegó un momento clave en la historia de este dulce: la creación de la Confrérie du Canelé de Bordeaux, también conocida como la Hermandad de los Canelés de Burdeos. Esta asociación de pasteleros tenía un objetivo claro: proteger la receta tradicional del Canelé y asegurar que se respetaran ciertos estándares de calidad. Así, se registró la marca «Canelé de Bordeaux», y se establecieron las pautas para la preparación de este postre. Los ingredientes básicos que debía contener fueron definidos con precisión: leche, harina, yemas y claras de huevo, azúcar, sal, mantequilla, vainas de vainilla, exclusivamente provenientes del norte de Madagascar, y ron añejo. Estos ingredientes, la combinación de estos ingredientes, son los responsables del característico sabor y textura del Canelé.

Además, se establecieron las reglas para su cocción. Los auténticos Canelés deben ser cocinados en moldes de cobre, en el pasado, de aluminio, los cuales tienen una forma característica que le da al dulce su aspecto cilíndrico y acanalado. Para desmoldar correctamente los Canelés y garantizar su caramelización perfecta, en sus inicios se utilizaba cera de abeja, aunque hoy en día la mayoría de los pasteleros han sustituido este ingrediente por mantequilla.

A pesar de su larga historia, no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando el Canelé empezó a ganar popularidad fuera de Francia, convirtiéndose en un postre apreciado a nivel internacional. Gracias a la dedicación de los pasteleros de Burdeos y el trabajo de la Hermandad de los Canelés, este dulce ha llegado a las pastelerías más finas del mundo y ahora la puedes encontrar en Les Gourmands.

Así que, con toda esta historia, la pregunta ahora es: ¿te atreverías a probar un Canelé? Si lo haces, estarás degustando no solo un postre, sino siglos de tradición y dedicación que han convertido a este pequeño dulce en un verdadero ícono de la repostería francesa.

Autor: Claudia Sánchez Ordinola

Soy Claudia, actualmente estudiante de la carrera de Comunicación Integral. Trabajo como Community Manager en una pastelería y me gustan los gatos.

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