Una tarde de verano, a la salida de un partido de Universitario, se me acercó un joven contándome que me había visto muchas veces tocando los instrumentos en el Estadio Monumental alentando al club y que no sabía como contactarme, me comentaba que su hermano acababa de cumplir la mayoría de edad y era un gran apasionado por Universitario de Deportes, que asistía siempre al estadio quedándose impresionado por la pasión con la que tocábamos los instrumentos en la tribuna.
Me comentó que deseaba invitarme a mí y a mis compañeros músicos que tocamos los instrumentos en la tribuna a darle una sorpresa a su hermano por sus 18 años, intercambiamos números y llegó el día, esa fue la primera vez que hacíamos ese tipo presentaciones en un cumpleaños.
Coordinamos y finiquitamos todos los detalles, llegamos a la casa. El joven cumpleañero no sabía nada sobre lo que viviría ese día. Los padres del cumpleañero nos ubicaron en una habitación y se coordinó con los todos los familiares la llegada del cumpleañero y apareció el agasajado al grito de ¡Feliz cumpleaños Joseph!, e irrumpimos con una introducción musical al ritmo de una batucada que se suele tocar en la tribuna, el joven se emocionó y se sorprendió sobremanera, ¡no se lo esperaba!, no esperaba ver en su celebración de cumpleaños a los músicos que él veía cada fecha tocando los instrumentos en la tribuna, hubo mucha emoción por parte de él y de sus familiares, el padre, la madre y su hermano soltaron algunas lágrimas al dedicarle sentidas palabras a Joseph, nunca habíamos estado en un evento con tanta emocionalidad, ya que la camiseta de Universitario para esta familia simbolizaba la unión, la pasión, una herencia cultural y familiar a través de generaciones, entendiendo que la camiseta de la U es mucho más allá que un equipo de fútbol, simboliza una pasión y una forma de afrontar la vida.
De esta manera este joven le dio una sorpresa diferente a su hermano por sus 18 años, una experiencia que nunca olvidará, Joseph habló frente a sus familiares sobre sus proyectos, sus aspiraciones y metas, en todas ellas con la camiseta de Universitario presente como inspiración y motivación, entendiendo que la esencia del Club es buscar siempre luchar hasta el final sin importar las circunstancias.
Esta experiencia nos brindó la visión de formar un grupo para tocar en eventos, cumpleaños o a donde se nos convoque, descubrimos un nicho de mercado atendiendo este tipo de necesidad en la que personas buscan llevar un poco de la experiencia que se vive en una tribuna a sus casas para celebrar a sus agasajados.
Al principio, cuando nacieron mis sobrinos, creí que mi papel se limitaría a ser su compañera de juegos. Sin embargo, al comenzar a cuidarlos de manera que les cocinaba, los hacia dormir, los cuidaba cuando estaban enfermos, los llevaba al colegio, se fue desarrollando un vínculo profundo. Así, comprendí que formamos parte integral de su crianza, desempeñando un rol fundamental al complementar la educación que reciben de sus padres.
Las personas con las que contamos con sobrinas y sobrinos debemos destacar nuestra influencia en sus vidas. Al asumir el rol de tía o tío, también nos convertimos en un apoyo fundamental en su educación, desarrollo social y emocional. Somos figuras de referencia que pueden ejercer un impacto significativo en su crecimiento y bienestar, ya que podemos llegar a ser muy influyentes.
Por medio de estas experiencias, deseo invitar a todos los tíos y tías a involucrarse más en la vida de sus sobrinos y sobrinas. Como hemos observado, los tíos pueden convertirse en un complemento fundamental en su desarrollo, asumiendo el papel de figuras parentales secundarias que ofrecen apoyo y educación. En mi página web, Amor de Tías, encontrarás consejos, actividades para realizar con tus sobrinos y sobrinas, así como recomendaciones sobre lugares que se pueden visitar.
Hay hábitos cotidianos que a veces parecen inofensivos, pero que están saboteando nuestra piel sin que nos demos cuenta. Uno de ellos es lavarnos la cara con agua muy caliente. Aunque parezca relajante, el calor excesivo reseca la piel, altera su barrera natural y puede empeorar condiciones como el acné o la rosácea. El agua caliente elimina los aceites naturales que nos protegen, dejándonos más expuestas a la irritación. Lo ideal es usar agua tibia y secar con una toalla limpia, dando suaves toques, sin frotar.
Otro enemigo silencioso es nuestro propio celular. Cada vez que contestamos una llamada, acercamos al rostro una superficie que ha estado expuesta a cientos de bacterias, polvo y grasa acumulada. Esa contaminación puede transferirse fácilmente a nuestra piel, provocando brotes, puntos negros o incluso granos dolorosos en las mejillas. Un simple gesto como limpiar el celular una vez al día con una toallita desinfectante puede hacer una gran diferencia en la salud de nuestra piel.
Por último, la almohada donde dormimos cada noche también influye más de lo que creemos. Si no cambiamos la funda con frecuencia, acumulamos sudor, restos de productos, células muertas y bacterias que se transfieren directamente a nuestro rostro durante horas. Esto puede generar irritaciones, inflamaciones o acné persistente. Cambiar la funda dos veces por semana, preferir telas suaves como el algodón o la seda, y evitar dormir con maquillaje son acciones simples pero poderosas. Nuestra piel también descansa, pero necesita un entorno limpio para hacerlo bien.
¿Cómo empecé a cuestionarme sobre lo que creía que era “normal” en mi infancia?
Hola, bienvenida. Gracias por darte este momento para ti y por estar aquí. Hoy quiero compartir algo que durante mucho tiempo me costó aceptar —y aún me duele escribirlo—: el primer hombre que me rompió no fue un ex… fue mi papá. Él, que estuvo presente desde el inicio, también fue quien me hizo sentir que estorbaba, que no era suficiente. No fueron solo los gritos o los golpes; fue el silencio, la indiferencia, la ausencia emocional. Yo solo era una niña de 8 años que soñaba con escuchar “te amo, hija” y sentir que estaba bien existir.
Crecí creyendo que debía hacerme pequeña para ser amada. Que si me callaba, si no molestaba, tal vez me querrían. Empecé a pedir perdón por todo, a esconder lo que sentía, a olvidar partes enteras de mi infancia. Pero no era olvido, era protección. Mi mente bloqueaba el dolor para sobrevivir, aunque el cuerpo siempre lo recordaba: en la ansiedad, en la depresión, en el insomnio, en la inseguridad, en esa tristeza profunda, sin explicación. Fue entonces cuando entendí que eso también era violencia. Que no hacía falta un golpe para quedar marcada.
Sanar comenzó el día en que me permití reconocer que lo que viví fue violencia. Aunque me repitieran que “es tu papá”, que “solo quería corregirte”, entendí que lo emocional también deja heridas. Y no, no fue mi culpa. Empecé a sanar en espacios seguros, rodeándome de personas seguras, llorando cuando haga falta, escribiendo notitas de autoayuda, tomando terapia, abrazando cada parte de mí. Sanar no es rápido ni fácil, pero es posible. A nuestro ritmo, sin presión.
Si algo de esto te identificó en algún punto, respira. No estás sola. Estás sanando, aunque aún duela. Estás volviendo a casa, y esa casa eres tú. Gracias por estar aquí, por darte el permiso de sentir y recordar. Aquí estamos, caminando juntas. Con amor. Con coraje. A nuestro ritmo.
“Sanar no es olvidar lo que pasó, es recordarlo sin que te duela.”
Bienvenida a este espacio creado para ti. Este proyecto nace desde lo más profundo de mi experiencia personal, con la intención de ofrecerte un refugio seguro si has vivido relaciones tóxicas o situaciones de violencia psicológica o física. Sé lo que es callar el dolor, dudar de una misma y sentirse sola. Por eso, esta web es un lugar donde tu historia tiene valor, tu voz importa y tu bienestar es prioridad. Aquí quiero caminar contigo, acompañarte a reconocer lo que duele y a sanar desde la empatía, el autocuidado y la conciencia.
¿Qué encontrarás aquí? Hemos diseñado distintas secciones pensadas para ti. En Vínculos Tóxicos, hablaremos sobre relaciones dañinas, dependencia emocional y cómo identificar señales de alerta. En Bienestar Diario, te daré herramientas para organizar tu tiempo, cuidar tu cuerpo y calmar tu mente. Y en Redflags Famosas, analizaremos casos conocidos para entender cómo se manifiesta la violencia incluso en escenarios visibles. Todo esto estará acompañado de testimonios, recomendaciones, guías prácticas y la voz de especialistas comprometidos con tu proceso.
Este es tu lugar. Este sitio es más que una web: es un espacio donde sanar sí es posible. Donde puedes leer, llorar, aprender, compartir y comenzar de nuevo. Te invito a recorrer cada rincón con calma, abrirte a lo que necesites y recordar que no estás sola. Aquí hay una comunidad que te acompaña, historias que inspiran y recursos reales para ayudarte a construir una vida en paz, libre y con sentido. Bienvenida: este es tu primer paso.
¿Alguna vez te haz enamorado perdidamente de alguien?
Yo también creí que sí.
Por allá por el 2017, yo tenía 20 años. Estaba soltera y enfocada en trabajar, ahorrar dinero para poder retomar el instituto. Estudiaba inglés y trabajaba como teleoperadora en un call center. En un día común entre llamadas, rebates, presión, ventas y estrés laboral, recibí un «Hola» por WhatsApp, que lo cambiaría todo, absolutamente todo.
Era Willy, un viejo amigo de mi último ex. Debo reconocer que a pesar de la relación de muchos años que tuve con su amigo, él siempre me gustó mucho, incluso más que mi ex. Intercambiamos algunos mensajes, y a los dos días me invitó a salir. Sí, el inalcanzable y encantador Willy me invitaba a una cita y yo simplemente no lo podía creer.
Fuimos a desayunar, luego a almorzar y después con su auto me llevó al trabajo. Yo quería que él me diga: No vayas al trabajo, quédate conmigo. ¡Quédate conmigo para siempre!. Entré a mi trabajo feliz, emocionada, contenta, al mismo tiempo triste porque me separaba por unas horas del hombre a quien yo admiraba y de quien me sentía muy atraída desde siempre. ¿Y cómo no hacerlo? Si era el hombre perfecto, soltero, sin hijos, inteligente, culto, sexy, además de ser catedrático, era todo un poeta.
Tenía un carro y un departamento propios, aunque eso para mí , era lo de menos. Tenía otros atributos interesantes, era profesor de Gramática y Literatura en la UPC, tenía un buen sentido del humor, era sarcástico, muy apasionado en lo que hacía, y eso fue lo que verdaderamente me sedujo. No las cosas materiales, porque en ese momento, a mí nada de eso me importaba. Yo era feliz con tan solo verlo, escucharlo, tocarlo, entre otras cosas…
Ese mismo día me volvió a escribir, y me propuso que nos veamos en la noche para dar una caminata y conversar sobre la vida. Yo le conté por qué había terminado con su amigo, y él me narró por qué había terminado una relación de nueve años con su novia y conviviente. La verdad, esa tipa nunca me cayó bien, creo que no hacían buena pareja. Él se veía mejor conmigo, yo a su lado, era todo lo que él necesitaba, o eso quise creer.
Esa misma noche, me preguntó si podía besarme, por supuesto que le dije que sí. Como era de esperarse, nos volvimos inseparables, hablábamos siempre, queríamos vernos a diario, teníamos citas como cualquier pareja, íbamos al cine, a comer, a bailar, podíamos quedarnos hasta altas horas de la madrugada, riéndonos, charlando, dándonos afecto, etc. El solo hecho de pensar que yo nunca le fui indiferente como mujer, me emocionaba al máximo. Había mucha química, mucho fuego, mucha piel. El riesgo de que alguno de nuestros ex nos vea juntos o se entere de lo nuestro aportaba mucha adrenalina a la relación. A veces fantaseábamos recordando el pasado y nos preguntábamos por qué tuvimos que conocernos así, mediante su amigo, mediante mi ex.
En un par de ocasiones, años atrás, salimos los cuatro. Willy con su conviviente, mi ex y yo. Por momentos cruzábamos miradas, él de forma más sutil y yo tratando de que nadie notara mi nerviosismo. Me parecía injusto que hayamos estado mal emparejados por mucho tiempo. Pero el destino se encargó de encaminar las cosas, de modo que resultáramos juntos. Primero le di gracias al universo por eso, pero luego, lo que al inicio parecía una bendición, se convirtió en mi peor pesadilla, en una maldición, que realmente no esperaba ni merecía.
El romance duró cerca de un año. Nunca olvidaré el 2017, fue el mejor y el peor año de mi vida, al menos hasta entonces. Terminamos por estupideces, eso me repetía yo una y mil veces. Pero la realidad es que cuando alguien te deja, tu cerebro trata de encontrar una razón, tu mente busca darte las respuestas que no te dieron. Yo buscaba un culpable, y esa culpable era yo. Me autosaboteé sin darme cuenta, por mucho tiempo.
Toda esa admiración, toda esa fascinación, todo lo bien que me sentía con él poco a poco se fue esfumando, y descubrí que, en verdad, sus chistes, su sarcasmo, sus indirectas, sus frases con pizcas de humor negro, ya no me causaban tanta gracia. Por momentos me sentía menos que él, me sentía inferior, me sentía ridiculizada. No me sentía en paz, estaba llena de inseguridades, no por mí. Yo sabía que era un gran partido, una muchacha decente, sana, trabajadora, de casa, sin vicios y con muchos atributos y cualidades que cualquier hombre valoraría en una buena mujer.
Cada día de nuestra relación, era de felicidad, pasión y deseo. Pero cuando nos despedíamos y apagaba la luz para irme a dormir, las dudas me atormentaban, no estaba convencida de que Willy me quería. Pensaba que yo solo era un pasatiempo, que yo era su paño de lágrimas, que solo era una compañía en la transición de su última larga relación de nueve años que había terminado hace poco y yo era el clavo que saca otro clavo.
Luego de muchas discusiones y una fuerte pelea, él me terminó por mis dudas e inseguridades o eso me dijo. Yo bajé de peso rápidamente, bajé cinco kilos en menos de tres semanas. Mi ropa me quedaba suelta y no tenía hambre, mi apetito se fue, así como se fue el amor de él hacia mí. Tanta rapidez era sospechosa. Dos semanas después, me enteré de que ya tenía una nueva novia. Estaba más que claro, que él venía engañándome con esa, desde tiempo atrás.
Esta chica era un alma libre, una mujer nocturna envuelta en la bohemia y el alcoholismo, resultó ser nada menos que una prostituta. Era menor que yo, pero con muchísima más experiencia, eso era seguro. Incluso tenía un sugar daddy, quien cubría todos sus gastos y los de su familia. ¿Y adivinen qué?, el gran y maravilloso Willy, se convirtió en su amante no oficial. Eso me devastó, ¿saben? Jamás imaginé todo ello de él. Eso quiere decir, que no era tan maravilloso como yo pensaba. Hubiera aceptado con dignidad mi derrota sentimental, si me dejaba por alguien mejor que yo, pero no, no fue así.
Ella era borracha, fiestera, promiscua y con muy mala fama, es decir, todo lo contrario a mí. Aun así, con esa reputación, esta chica loca y desenfrenada, enamoró perdidamente a Willy. Dicen que cada quien tiene lo que se merece, y soy testigo de ello, considero que son tal para cuál. Éramos tan distintas, pues yo nunca le pedí nada, nunca lo condicioné, nunca me puse un precio en la frente. Ahora comprendo que hice mal en ponerle todo en bandeja, sin exigir un mínimo de esfuerzo por parte de él. Yo temía que si le pedía que me apoye en algo, por más mínimo que sea, él pensaría que yo era una interesada. Y yo era todo menos eso.
Ellos vivieron por un tiempo su idilio de «amor», un amor puro y sincero, ¡sí, claro!, sobre todo muy sincero y desinteresado, ja, ja, ja, hicieron una especie de acuerdo. El trato era así: ella pedía todo lo que quería y él se lo daba, así de simple. Willy se convirtió entonces, en su renovado sugar daddy, algo muy conveniente para ella. Este sugar era mucho más joven y guapo que su anterior patrocinador. Él le suplicó que dejara a su anterior viejito billetón, de este modo, él pasaría a una mejor categoría en su larga lista de clientes. Perdón, en su extenso haber de hombres, pasaría de ser su amante a ser su nuevo y oficial proveedor. Todo lo que no me dio a mí en un año, se lo dio a ella en un mes.
El karma hizo lo suyo, la meretriz lo hizo pagar con lágrimas de sangre todo lo que lloré. Ella le fue infiel no una, sino varias veces. Se acostaba con sus mejores amigos, se involucraba con cualquiera, con taxistas y con quien sea, hasta que en una de esas, él la vio con sus propios ojos besándose con su anterior sugar. Hubiera pagado lo que sea, por ver ese momento, se los juro.
Hoy por hoy, ocho años después, pienso firmemente que el amor de pareja es lo último que quisiera en mi vida, ya no es una prioridad para mí, prefiero la tranquilidad, vivir en paz y disfrutar de mi propia compañía. Con la mente en frío puedo decirle a la vida: gracias por esta experiencia, aprendí mucho y me hice más fuerte de lo que alguna vez imaginé, y en parte, todo ello es gracias al profesor que me enseñó a no amar.