Hola, quiero contarles cómo fue para mí empezar de nuevo en un lugar desconocido. Hace un tiempo me mudé de ciudad y, aunque estaba emocionada por la aventura, también sentí miedo y soledad. Al llegar, todo era extraño: las calles, las caras, los sonidos… No conocía a nadie y me sentía invisible, como si estuviera en un mundo paralelo. La idea de hacer nuevas amistades me parecía casi imposible.
Al principio, intenté acercarme, pero la timidez y el temor a ser rechazada me paralizaban. Hubo días en los que me preguntaba si lograría sentirme en casa alguna vez. Sin embargo, poco a poco descubrí que no estaba sola en esa sensación. Muchas personas pasan por lo mismo y, aunque no lo digan, también tienen miedo de empezar desde cero. Empecé a prestar atención a pequeñas señales: una sonrisa, una conversación casual, un saludo amable. Eso me dio valor para seguir intentando.
Hoy puedo decir que construir nuevas amistades es un proceso, no algo que pasa de inmediato. Se necesita paciencia, confianza y abrir el corazón, aunque dé miedo. Aprendí que cada persona que llega a nuestra vida tiene algo que enseñarnos, y que las amistades verdaderas nacen cuando somos auténticos y vulnerables. Por eso, quiero invitar a quien lea esto a no rendirse si está en medio de un cambio. La soledad es solo el primer paso hacia nuevas conexiones que pueden transformar la vida. ¿Te animas a dar el primer paso?


