Errores silenciosos que están arruinando tu piel (y no lo sabías)

Hay hábitos cotidianos que a veces parecen inofensivos, pero que están saboteando nuestra piel sin que nos demos cuenta. Uno de ellos es lavarnos la cara con agua muy caliente. Aunque parezca relajante, el calor excesivo reseca la piel, altera su barrera natural y puede empeorar condiciones como el acné o la rosácea. El agua caliente elimina los aceites naturales que nos protegen, dejándonos más expuestas a la irritación. Lo ideal es usar agua tibia y secar con una toalla limpia, dando suaves toques, sin frotar.

Otro enemigo silencioso es nuestro propio celular. Cada vez que contestamos una llamada, acercamos al rostro una superficie que ha estado expuesta a cientos de bacterias, polvo y grasa acumulada. Esa contaminación puede transferirse fácilmente a nuestra piel, provocando brotes, puntos negros o incluso granos dolorosos en las mejillas. Un simple gesto como limpiar el celular una vez al día con una toallita desinfectante puede hacer una gran diferencia en la salud de nuestra piel.

Por último, la almohada donde dormimos cada noche también influye más de lo que creemos. Si no cambiamos la funda con frecuencia, acumulamos sudor, restos de productos, células muertas y bacterias que se transfieren directamente a nuestro rostro durante horas. Esto puede generar irritaciones, inflamaciones o acné persistente. Cambiar la funda dos veces por semana, preferir telas suaves como el algodón o la seda, y evitar dormir con maquillaje son acciones simples pero poderosas. Nuestra piel también descansa, pero necesita un entorno limpio para hacerlo bien.

Autor: Mayra Garcés Mendoza

Soy mamá de un niño de 7 años, me encanta bailar y disfrutar los momentos en familia. Trabajo con entusiasmo, soy proactiva y siempre busco aprender cosas nuevas. Me apasionan los retos y me adapto con facilidad. Mi plato favorito es el ají de gallina, ¡no hay nada como su sabor!

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