
Cada vez veo más eventos que parecen cumplir una obligación social antes que una celebración real. Bautizos donde nadie se conoce, bodas que parecen pasarelas y cumpleaños planeados solo para Instagram. ¿Qué pasó con celebrar lo que de verdad importa? Un evento debería ser un reflejo del corazón, no del qué dirán. Porque cuando la emoción no es auténtica, todo lo demás se nota.
Las mejores celebraciones que he organizado no fueron las más grandes ni las más lujosas, sino las más honestas. Aquellas en las que la gente ríe con libertad, baila sin protocolos y llora sin miedo. Donde la decoración no compite con el afecto. Quizás es momento de preguntarnos: ¿estamos celebrando por nosotros o para los demás? Un evento con alma vale más que mil con presupuesto.
Quizás es momento de replantear cómo celebramos. No todo evento necesita ser perfecto, pero sí debe sentirse verdadero. Que haya más reuniones con alma y menos fiestas vacías. Desde SOFAR EVENTOS, impulso celebraciones que conectan, que emocionan y que dejan huella. Si alguna vez sentiste que un evento no habló por ti, este blog puede inspirarte a hacerlo distinto. Compártelo con quien lo necesite.



