Durante años, se nos ha enseñado que una piel bonita es una piel sin granitos, sin manchas, sin textura. Nos han repetido que una piel «perfecta» es sinónimo de éxito, limpieza o incluso belleza. Y, aunque no lo digamos en voz alta, muchas veces terminamos creyéndolo. Yo también lo hice. Hasta que un día mi piel cambió… y conmigo, todo también.
Recuerdo claramente la primera vez que me miré al espejo y no me reconocí. Tenía brotes de acné dolorosos, inflamados y con marcas que no podía ocultar ni con maquillaje. Mi autoestima se desplomó. Evitaba fotos, salidas, y pasaba horas en TikTok viendo rutinas de skincare esperando que alguna fuera mi solución. Probé de todo. Cremas que prometían milagros, consejos que no tenían sentido, hasta recetas caseras peligrosas. Pero nada funcionaba. Me sentía frustrada, perdida y, sobre todo, muy sola.
Con el tiempo, entendí que el problema no era solo mi piel, sino mi relación con ella. Fue entonces cuando decidí informarme, buscar ayuda profesional y entender realmente qué necesitaba mi piel. Descubrí ingredientes, texturas, rutinas… pero sobre todo, descubrí paciencia. Y así nació Breeze. Un espacio donde no solo vendo productos —vendo tranquilidad, conocimiento y amor propio. Porque sé lo que es sentir que tu piel no te representa, y también sé lo liberador que es aprender a cuidarla de verdad.
Este blog no está aquí para decirte qué tienes que usar, ni para mostrarte fotos de «antes y después» irreales. Está aquí para recordarte que no estás sola. Que tu piel no necesita ser perfecta para ser hermosa. Que cuidarte es un acto de amor propio. Y que está bien no tener todas las respuestas… siempre y cuando decidas buscarlas con cariño y con información real.
Así que, si tú también estás en ese momento de tu vida en el que tu piel te hace dudar de ti misma(o), te invito a quedarte. A leer, aprender, cuestionar, y sobre todo, a quererte. Porque aquí, en Breeze, no solo vendemos skincare. Creamos comunidad.