La industria de la moda es la segunda más contaminante en el mundo, superada solo por la industria petrolera. En el 2023 se produjeron 97 millones de toneladas de basura, incluyendo desechos textiles, residuos químicos y materiales de embalaje. Los impactos negativos del fast fashion no se limitan solo al medio ambiente; también se extienden a lo social, con la explotación laboral en comunidades vulnerables y regiones productoras.
La moda sostenible surge como respuesta a las problemáticas perpetuadas por la «moda rápida». Este movimiento aboga por una reducción en la producción de prendas y un mayor enfoque en la calidad, tanto en los materiales como en los acabados. Asimismo, el «slow fashion» nos insta a reevaluar nuestros hábitos de consumo, a invertir en prendas duraderas en lugar de sucumbir a los “microtrends”, y, sobre todo, a priorizar prácticas éticas y sostenibles.
Últimamente, dentro de este movimiento se han popularizado las tendencias del thrifting y el upcycling. El thrifting es la compra de ropa de segunda mano, mientras que el upcycling, también conocido como «suprarreciclaje», implica dar un nuevo propósito a prendas o telas ya existentes en lugar de desecharlas. Esto significa el reparar, modificar diseños o combinar piezas para crear algo nuevo. Estas prácticas promueven la reutilización de recursos, la reducción de desechos y fomentan nuestra creatividad e individualidad. Nos invitan a crear nuestro propio estilo y nos brindan la oportunidad de volver a los fundamentos del arte de la moda.
Fuente consultada: https://royalwaste.com/how-much-waste-does-the-fashion-industry-produce/#:~:text=As%20of%202023%2C%20the%20fashion,contributions%2C%20which%20exacerbates%20environmental%20issues.